Cada vez más crece, estalla el deseo
de aferrarse a lo amado,
de acogerle en la profundidad de nuestra alma,
de fundirnos en uno,
no oponerse a su sed,
consumirse en el cambio,
nutrirse el uno del otro,
sólo el uno del otro.
Así en amor y voluptuosidad
siempre inmersos estamos
desde que se apagó la turbia chispa
del mundo de los vivos:
y se cerró la fosa
y al alma estremecida,
en tanto consumíase la hoguera,
se le deshizo el rostro terrenal.
El placer del recuerdo, el dulce escalofrío
de la nostalgia nos atravesaron
hondamente, como una melodía,
calmando nuestro ardor.
Llagas hay que eternamente duelen,
una tristeza divina y profunda
habita nuestro corazón
y en una única ola nos diluye.
(Gesang der Toten- Fragmento)
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